Those are my OCs Varg and Enkeli, appearing as a Cameo in Asleif's story, as Tøgn (a Volcano spirit) and Euri (Moon's spirit, who descendend to the Earth as a white glowing tree)



" Espera a que despiertes... y veas todo lo que tengo para tí..."



u v u Varg y Enkeli protagonizando esta historia, Kya(???)
como Tøgn y Euri. Lineart en portaminas y coloreo en SAI, por si alguien se lo pregunta...


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Niðstång


Al extremo norte del mundo, En el continente de Druane, más allá del mar y de las cálidas tierras híbridas, se sitúa un territorio gobernado por la nieve y el hielo.

El frío eterno.

En tiempos ancestrales, se trataba de un desierto blanco y estéril. Nada crecía allí. Sólo había un solitario monte, el más alto de todos. Cubierto completamente de blanco, nunca mostraba sus faldones rocosos. Su nieve jamás se derretía para alimentar ríos, bosques y calmar la sed de sus animales. El espíritu de la montaña miraba con tristeza a las otras, rodeadas de vida y verdor. Incluso les preguntó a los dioses por qué le habían puesto ahí, pero nunca recibió una respuesta clara. Al parecer su única tarea era la de vigilar y modular el clima a su alrededor. Su tristeza aumentaba conforme pasaban los milenios. Hasta que llegó a debilitarse un poco.

Fué entonces que, una noche, en el cielo siempre cubierto de nubes, hubo un espacio despejado y una luz blanca le iluminó. El espíritu se sorprendió a tal punto que sintió su interior estremecerse. Pero eso no fue todo. En ese espacio, que comenzó a ampliarse, divisó una forma perfectamente redonda y blanca. Su sorpresa fue mayor cuando escuchó una voz.

─ ¿Por qué estas tan triste?─

La montaña no sabía si responder... Nunca antes le había visto... pero era como si siempre hubiera estado ahí, tras las nubes, en algún lugar de ese lejano objeto blanco.

─ … Porque estoy solo ─ Respondió con sinceridad, luego de dudarlo largamente.

─ … Yo También lo estoy... Aquí hay otros como yo, pero vivimos tan lejos que es como si estuviéramos solos... Pero tú... Eres el monte más alto de este mundo... estoy feliz de que las nubes se apartaran y mi voz pudiera alcanzarte... ¿Cómo te llamas? ─

─ … ─ La dulzura de esa voz le conmovió a tal punto que le hizo darse cuenta, finalmente, que casi había olvidado su nombre ─ Tøgn... ─ Respondió con timidez.

─ Tøgn... Me llamo Euri. Soy un espíritu de la Luna ─

Así, a partir de ese día se reunían a hablar. La Luna tenía cierto recorrido que a veces le hacía estar presente de día. Tøgn despejaba el cielo a diario en el rincón donde aparecía, y en todo su recorrido por la bóveda celeste. También había notado que la Luna, cada día que pasaba, estaba mas y mas pequeña. Cierto temor le invadió, pero lo desechó inmediatamente... Se sabía que la Luna era tan antigua como él y había estado girando alrededor del planeta desde tiempos inmemoriables. Euri, que en el satélite había recorrido cada rincón del mundo, le contaba cómo eran las cosas en otros lugares. Los bosques, los animales... el mar... Todo era tan hermoso...

─ Siempre he soñado con estar rodeado de todo eso... pero aquí sólo puedo producir hielo y nieve... ─ la voz de Tøgn sonaba melancóloca. Euri le miró con preocupación.

─ Estoy segura que podrás... Tu corazón... es cálido aunque estés rodeado de frío ─

Él guardó silencio. No quería hablar de la voluntad de los dioses y el motivo incógnito que tenían para él. Euri calló también, mientras sus últimos rayos de luz tiritaban antes de perderse en el horizonte.

Estaba inquieto... tal vez había sido muy rudo de su parte el no corresponder a las amables palabras de Euri... aunque fuera con un simple “gracias”. Sabía que durante el resto del día debía esperar... Jamás, en sus millares de años de existencia un medio día le había sido tan largo... Pero es que sus ansias por verle eran demasiadas como para no pensar en ello únicamente. Nunca había deseado tanto algo... Ni siquiera sus deseos de estar rodeado de naturaleza fueron tan grandes... Quería volver a oir su voz, sentir la calidez que transmitía desde tan lejos, y que llenaba de regocijo su corazón de rocas y lava.

Para Euri era igual. En los valles lunares el silencio y la soledad eran abrumadores. Aunque podía entretenerse mirando todo lo que sucedía en la superficie, nada se comparaba al poder comunicarse con Tøgn. La vista sobre la tierra era exactamente igual que siempre. Sus cambios lentos en el paso de los milenios parecían no interesarle más. Ella simplemente esperó. La noche llegó y ella podría divisarle en cualquier momento. Se concentró en encontrar lo antes posible el punto en que las nubes se dispersaran... Y.. ahí estaba, el espacio abierto en la gruesa capa nubosa.

─ Tøgn... Lo siento... no quise hacerte sentir mal... Pero... de verdad creo en lo que te dije... Yo... Yo siento que... ─ Calló un poco. Tal vez no debería insistirle con tantas palabras... él era bastante más silencioso. Pero no oía respuesta…. ─ ¿Tøgn...? ─ Nada ─ ¿Puedes oir...? ─

Y entonces cayó en la cuenta de su estado. Luna Nueva. Sin la luz del sol la Luna no podía ser visible en el cielo... Y no había luz que sirviera de canal para su voz. Y ella... ¡Había olvidado hablarle de ese detalle!

Desde abajo, Tøgn le buscaba. Apartando las nubes en distintas zonas. Pero no había rastro de su luz. Por mas que le llamó no hubo respuesta. Toda la noche estuvo buscando... quedaba poco tiempo par que el Paso de la luna terminara. Y en un arranque desesperación dejó salir una gran energía, tan grande que logró apartar con violencia todo banco nuboso del cielo.

Y no había nada. Sólo pequeños puntos, eso que Euri le había dicho que eran las estrellas. Sintió que su interior se congelaba, hasta que escuchó la voz de los Dioses, reclamándole por haber despejado el cielo. Tøgn Simplemente oía en silencio. Para él, y su insegura mente lo sucedido sólo significaba que Euri no le quería ver mas. El profundo dolor que sintió le hizo comprender lo que ella significaba para él.

Así, al día siguiente no abrió los cielos... tampoco en los días que siguieron. Volvió a producir la gruesa capa de nubes y las temperaturas bajaron tanto como en su mejor momento. mantenerse ocupado le hacía olvidar. Y así pasaron muchos años. Él ponía toda su concentración en su tarea, tanto así que el territorio congelado comenzó a extenderse rápidamente. Ríos, lagos, llanuras y océanos... todo se congelaba... y este frío eliminaba a los seres vivos, que, no estando habituados a ellos, perecieron en el hielo eterno. Cuando los Dioses se dieron cuenta, Tøgn estaba tan lejos en su prisión que sus voces no lograron llegar a él. No sabían qué hacer para detenerle. A ese paso congelaría la mitad el continente antes de perecer de agotamiento. Euri contemplaba el desastre desde la Luna, y no dejaba de llamarle, con la esperanza de que en algún momento la pared nebulosa le diera una oportunidad.

Si no se detenía, probablemente los Dioses se verían en la obligación de destruirlo.

Antes de que eso ocurriera ella debía hacer algo. No consultó a la Luna ni a nadie. Simplemente reunió toda su energía y se cubrió de rocas, que al contacto con su espíritu cambiaron su estructura y se volvieron de un color azul. También, para lograr sobrevivir en aquel planeta adoptó la forma de una semilla, con la esperanza de establecerse y perdurar. Así se separó de la Luna, que no hizo nada por detenerle. Su acto podría tratarse de una gran rebeldía, pero sus efectos eran probablemente más benéficos.


Aterrizó justo frente a la gran montaña, logrando hacer un gran cráter en la gruesa capa de hielo y en la tierra que había abajo. la semilla comenzó a germinar, y a medida que sus raíces avanzaban, lograba derretir el hielo con todas sus fuerzas. Tomó la forma de un árbol níveo, que comenzó a erguirse al cento.

─ ¡Tøgn! ─ Continuaba llamándole, hasta que sus raíces llegaron a él, haciéndole despertar de su trance helado. Entonces se detuvo. Y comprendió lo que estaba haciendo.

─ Euri... ─ Su voz sonaba débil. Al escuchar su respuesta el espíritu de Euri envolvió toda su estructura montañosa, como intentando abrazarle. Tøgn sintió que su interior volvía a ser cálido, y a su vez salió de su montaña para reunirse con ella, al tiempo que las nubes desaparecían del cielo y el hielo terminaba de derretirse. Ambos lo sabían. Lo que significaba el uno para el otro.

Pero los dioses llegaron con sus advertencias. Ella sabía que le esperaba una reprimenda de parte de todos ellos por haber abandonado la Luna, y a Él por haber permitido que el hielo se derritiera. Quiso intentar interceder, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, Tøgn desplegó una gran energía, y en todo el perímetro del cráter que produjo el descenso ascendieron cordones montañosos desde las mismas entrañas de la tierra, en un terrible estruendo y un terremoto que sacudió a todo el continente. Euri no podía creer lo que veía. No logró reaccionar hasta que se percató que si esto seguía así, Él...

─ ¡¡Detente!!─

─ Pero... si no lo hago ellos te...─

─ ¡No!, ¡Morirás! ¿Lo entiendes? No quiero que te hagas esto... ─

Euri comenzó a llorar, ya no sabía qué hacer para detenerle. Tøgn siguió con su tarea, mientras le sonreía. Cuando estuvo conforme se detuvo, pero el temblor de la Tierra no se detenía y las temperaturas seguían ascendiendo. Finalmente ella pudo ir hasta su núcleo. ¿Es que acaso ahora su existencia se iba a extinguir por completo? Clamó a los Dioses por ayuda, pero Tøgn le detuvo nuevamente.

─ No llores... esto no acabará conmigo... Pero si no lo hacía, ellos nunca lo iban a entender... Finalmente he encontrado un motivo mayor para salir de esto...─

─ Pero... ─

─ Euri... Somos seres nacidos de su voluntad, pero si ellos nos han dado una a nosotros también... debe haber algún motivo... Ahora que te tengo nuevamente no te abandonaré... ─

Se acercó a ella para acariciarle, y en el instante en que le tocó ambos adquirieron forma humanoide, reflejo absoluto de la existencia de cada uno, y viéronse por primera vez. Ella enmudeció en la conmoción de haber adquirido un cuerpo tangible. Tøgn era un alto ser de cabello negro y piel gris y ojos que brillaban como el oro. Una armadura rocosa de textura accidentada y dentada le cubría por todos lados. Pero aun así, sus dedos, que acariciaban la nívea piel del rostro de Euri, se sentían suaves y cálidos.

─ Lo sabía... eres tan hermosa...─

Su voz parecía apagarse. Se inclinó hacia ella y acercando sus labios a sus oídos le susurró. Al Instante siguiente se desplómó a sus pies, Y antes de que ella pudiera contenerle fue absorbido por su otra parte tangible, la Montaña. El movimiento del suelo aumentó, y Euri volvió inmediatamente a su otra parte tangible, el Arbol. Una vez allí pudo oir las voces de los dioses. Se volvió a ellos, afligida.

─ Por favor.. díganme... ¿qué es lo que está ocurriendo...? ─

Los dioses le explicaron la verdad acerca de Tøgn. Él no era sólo una montaña... era el mas grande de todos los volcanes de la tierra, el principal punto de fuga de todo lo existente bajo el suelo. Como el tapón de una gran botella, debía permanecer cerrado, de lo contrario el contenido se volcaría. Por este motivo debía permanecer frío. Si las temperaturas aumentaban activarían el mecanismo de erupción. Las montañas que irguió alrededor de ella no eran nada con lo que podía ocurrir si él perdía el control. Quedaba poco Tiempo. Euri comprendió finalmente por qué el decidió callar. Su misión era mucho mas grande de lo que ella se podía imaginar. Los dioses comenzaron a discutir acerca de lo que tendrían que hacer. El espíritu de la montaña se había dormido debido al tremendo despliegue de energía que había hecho. En ese estado no sería capaz de controlar su temperatura. Si lo sacaban de ahí moriría al ser separado de su cuerpo montañoso. Pero tal vez tendrían que quitarlo... al fin y al cabo esta situación era debido a su desobediencia...

─ ¡Yo fuí la culpable! No fuí capaz de darme cuenta de lo que le ocurría y le insté a ir en contra de su naturaleza... ─ Euri se encogió de dolor, ya lo comprendía todo ─ Por favor... Perdónenlo... y déjemne hacerlo a mi... les juro que el frío jamás abandonará este lugar... haré lo que sea por pagar el precio de mi desobediencia... ─

Los dioses se miraron unos a otros. Tal vez dejar esto en manos de alguien que comprendía a la perfección la magnitud de las consecuencias sería conveniente. pero a cambio de Esto, Euri dejaría por completo de ser un espíritu celeste y tendría que lidiar con todas las dificultades de mantenerse en la tierra. Por supuesto, jamás podría volver a la Luna. Ni aunque Tøgn dejara de existir. Euri aceptó e inmediatamente comenzó a congelar todo a su alrededor. Sus raíces se desplegaron por todo el lugar delimitado por las montañas que había erguido Tøgn. Se dió cuenta de que no podía ir fuera de ese territorio. El muro era indestructible. pero el espacio, suficiente. El Árbol creció a un tamaño muchas veces mayor que al de uno normal. Y pronto todo estuvo cubierto de blanco nuevamente. El temblor de la tierra finalmente comenzó a cesar. Y el cielo estuvo cubierto de nubes, nuevamente.

El Silencio volvió. Y Euri esperó con paciencia hasta que la estabilidad del sistema hablaba por sí misma.

Al ver que todo estaba en calma, los dioses se retiraron. Una vez que les sintió lo suficientemente lejos, se dirigió por el camino de raíces que habia logrado hacer antes, hasta el corazón del Volcán. Tøgn yacía dormido. Lucía tan cansado. Pero una leve sonrisa se dibujaba en su rostro. Euri se arrodilló y se recostó en su pecho, rodeándole en un abrazo. Y correspondió a la caricia que habia recibido antes, deslizando ella ahora sus dedos en su rostro.

─ Descansa, Tøgn... Cuando despiertes verás tu sueño hecho realidad... ─

Se levantó y ascendió un poco, depositando en sus volcánicos labios un beso que se perdió en el tiempo. Luego abandonó la montaña y selló la entrada del camino que conducía hasta el núcleo.

Miró a su alrededor. La blancura del paraje, dentro de toda su pureza, era dolorosamente desolada. Allí ella comenzó su obra, en espera del despertar del espíritu de la Montaña.